Lic. Abigail Peña, MA
Autoestima en niños y adolescentes.
La autoestima es la valoración propia que se forma con la interacción del individuo con su entorno desde los primeros meses de vida. Los padres, tutores y cuidadores del niño representan una figura importante en la formación de su auto concepto. En la medida en la que ellos formen un vínculo sano la autoestima y su inteligencia emocional se fortalecerá.
El vínculo sano hace referencia a la relación que establece el niño con los padres o tutores. Este vínculo puede ser seguro, inseguro, ambivalente o evitativo. Es esencial tener en cuenta que el juego, la comunicación asertiva y los límites en amor son estrategias claves para establecer un vínculo sano con el niño y el adolescente.

El juego:
Muchas veces cuando el adulto juega quiere dirigir el juego sin darle participación o elección o corrigiendo la manera de jugar. Esto hace que este momento especial se torne incomodo para ambos. En otras ocasiones, el adulto no juega y solo supervisa el juego, lo que crea distancia emocional con el niño o adolescente e impide que se desarrolle el vínculo. Es bueno recordar que lo que la palabra es para el adulto, es el juego para el niño, es su forma de conectar, mostrar amor y sentirse amado.
Comunicación asertiva:
Cuando el adulto se comunica trasmite más que información, deja un mensaje implícito en cada palabra que dirige al niño o adolescente. Prestar atención a ese mensaje implícito es esencial en la construcción de la autoestima. Por ejemplo, si el adulto dice frases como "no sabe, es muy pequeño, yo lo hago para que quede mejor, imagínate es un niño, siempre hace lo mismo, nunca entiende, tengo que repetir tantas veces", hay múltiples mensajes implícitos que deterioran la autoestima y que pueden crear la idea irracional de que nunca podrá, que todo lo hace mal o que no es capaz.
Límites en amor:
Asimismo, la disciplina se puede convertir en un obstáculo en la relación padre-hijo y por ende en la adecuada construcción de su autoestima. Si la disciplina es autoritaria, permisiva o sobreprotectora tendrá un impacto significativo en la salud mental del individuo en formación. Por ejemplo, un estilo autoritario puede dar como resultado una personalidad insegura, agresiva, desafiante o retadora, un estilo permisivo puede resultar en una personalidad delictiva o irrespetuosa, un estilo sobreprotector puede dar como resultado una personalidad insegura, inmadura y dependiente.
Para una autoestima sana se recomienda saber jugar y saber educar y disciplinar en amor.
Durante los momentos de juegos y disciplina se recomienda:
-Ponerse al nivel del niño, en posición cómoda.
-Hablar de lo que el niño está haciendo.
-Permitir al niño jugar con libertad.
-Mostrar interés en lo que el niño hace.
-Enseñar conceptos, modelar un buen vocabulario, mantener la atención y motivación del niño en la tarea.
-Repetir o parafrasear lo que el niño dice, por ejemplo ¨Estás armando una torre¨ ¨Te gusta jugar con el camión¨ ¿Puedo jugar contigo? ¡Me gusta jugar contigo!
-Permitirle iniciar una conversación, demostrar aceptación y la comprensión.
-Incrementar la comunicación verbal.
-Expresar afectos con palabras y gestos.
-Dar ayuda cuando sea necesario, el mensaje a trasmitir ¨Tu puedes solo, pero si me necesitas estoy aquí¨ ¨Si no puedes ahora, podrás cuando seas grande¨.
-Proteger y dar seguridad cuando el niño se sienta inseguro ¨Estoy aquí para ti¨.
-Identificar sus sentimientos y explicárselo ¨Estás asustado, el ruido te asustó, yo estoy aquí para ti¨.
-No decir palabras hirientes o etiquetas.
-Modelarle con ejemplo cómo hacer una actividad nueva, tener paciencia y darle la oportunidad de que lo intente, ir dándole cada vez menos ayuda.
-Ayudarle a ser autónomo e independiente, enseñarle cómo hacer sus habilidades básicas solo (bañarse, cepillarse, comer, vestirse y desvestirse, buscar sus juegos, organizarlos).
-Respetar las ideas del niño, aunque a veces no coordine con las suyas. Hacer buenas preguntas para que el niño por sí solo concluya en la decisión más adecuada.
-Realizar preguntas que muestren interés sobre su vida personal: ¿cómo estuvo tu día, qué fue lo que más te gustó del colegio, qué fue lo que menos te gustó, con cuál amigo te llevas mejor, cuéntame algo que sucedió hoy.
-No forzar al niño a ser actividades que se le hacen difícil, guiarlo paulatinamente con el ejemplo y reforzando pequeños avances.
-Darle espacio y respetar su preferencias y gustos, no imponer sus propios gustos.
-Si el niño tiende a dar respuestas cerradas (si, no, bien, mal), motivarle a que explique o abunde más. Si no desea abundar más hacerle saber que está disponible para cuando desee hablar más.
-Jugar y hablar de sus intereses.
-Evitar las críticas (ese dibujo no te quedo bonito, hagámoslo de nuevo) y las comparaciones (hasta tu hermanito pequeño es más rápido que tú) y los sarcasmos (hazlo para que veas).
-Entender que el niño puede tardar más tiempo que otros en hacer y aprender algunas cosas y que sus habilidades no siempre tienen que ser las mismas que las de otros.
-Entender que el niño desea hacer y aprender nuevas tareas y cuando no lo logra, comunica su frustración: llora, da golpes, muerde o hace rabietas. No lo etiquete cuando realice estas acciones, trabaje en la conducta y no en la persona: enséñele como expresa lo que siente de forma adecuado.
-Ser amable y paciente cuando el niño no entienda o no aprenda un mandato.
-Animar al niño a ser autónomo: Preguntar siempre ¿Qué crees tú? ¿Cómo lo harías tú? ¿Te gusta? ¿Qué prefieres?
-Cuando le quiera enseñar una nueva tarea al niño, explíquele lo que debe hacer, paso por paso, hasta que termine el trabajo. Demuestre cómo hacer el trabajo. Ayúdele cuando lo necesite, pero permítale que se equivoque.
-Investigue las destrezas que está aprendiendo en la escuela. Busque maneras de aplicarlas en casa.
-Busque oportunidades dentro de su comunidad para actividades sociales (juegos, compartir…).
-Frases a utilizar: “Inténtalo” “Puedes o podrás más adelante” “Te amo” “si lo necesitas, te puedo ayudar” “cada vez lo haces mejor” “eres especial” “Gracias por ayudar” “estoy aquí por si me necesitas” “Haz hecho un gran esfuerzo, cómo te sientes¨, “Por favor”, ¨Perdóname¨.
-Frases a evitar: “no lo intentes” “nunca podrás” “no te quiero” “déjalo así” “no te voy a ayudar” “lo haces mejor que los otros” “eres un fracaso” “tu hermano lo hace mejor que tu” “no me necesitas” “el esfuerzo no es suficiente ¡mal!” “tienes que hacerlo y punto porque yo digo.
-Mantener una actitud positiva y respetar las ideas y opiniones del niño.
-Evitar la violencia cuando sienta frustración y enojo. Evitar trasmitir lástima y/o culpa.
-Permitir que exprese sus emociones y reconocer sus cualidades y celebrar sus logros.
-Asignar responsabilidades y darle la oportunidad de ayudar.
-Crear un ambiente de aceptación: no compare al niño con sus hermanos o amigos.
-Reconozca cuando se equivoca, acepte sus errores, pida perdón, modele con el ejemplo.
-Procure como padre aprender un estilo asertivo de crianza, padres dispuestos a trabajar en su carácter suelen ser más propensos a modelar un estilo asertivo de crianza que promueva el desarrollo de una sana autoestima.
Para preadolescentes y adolescentes, además de las recomendaciones anteriores, se sugiere entender que han pasado de una etapa de niñez a otra y que esto implica que ya no se le tratará cómo niño o bebé, hablar sobre esta nueva etapa, las responsabilidades y privilegios que conlleva.
-Hablar sobre la sexualidad con apertura, definir las nuevas reglas y las consecuencias, hablar de los privilegios.
-Enseñarle nuevas habilidades que requerirá aprender en esta nueva etapa (prepara su comida, hacer una compra, ir a un banco, tomar decisiones que lo prepararán para la adultez).
-Continuar construyendo momentos de juegos desde sus nuevos intereses, hacer buenas preguntas ¿qué piensas, ¿qué opinas?, ¿cómo puedes hacerlo la próxima vez de que otra manera pudiera resolver este problema?, ¿cómo te sientes?, ¿necesitas mi ayuda?, ¿quieres compartir conmigo ahora o quieres que hablemos en otro momento?, ¿qué actividad te gustaría que hiciéramos juntos y cuándo?.
-Las reuniones familiares son un recurso esencial para estimular la autoestima. En otros artículos estaremos hablando en qué consisten las reuniones familiares y cómo ayudan a mejorar la dinámica familiar.
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